Desde tiempos muy remotos, los felinos han sido cotizados por el hombre principalmente para aprovechar su piel y algunas veces su carne, aunque también han sido objeto de veneración por diversas culturas que ven en estos animales un símbolo de la fortaleza y valentía que los hombres deben poseer.
Entre las diversas variedades de felinos mexicanos, destaca el ocelote (felis pardalis), cuya existencia ha sido registrada en códices, estelas y otras representaciones mayas, y que, incluso, sirve para nombrar un mes del calendario mexica.
Sin embargo, a pesar de que su existencia en tierras mexicanas es tan antigua como la del hombre, ahora se encuentra entre las especies de mamíferos en peligro de extinción, debido, sobre todo, a la cacería indiscriminada que el ser humano ha emprendido contra este felino, principalmente por interés comercial.
Pronatura Península de Yucatán A.C informa que el Ocelote, también conocido como tigrillo, xacxicín, leopardus pardalis y ocelot, es un felino manchado, de tamaño mediano, cabeza pequeña y cola relativamente corta. El color base de su cuerpo, piernas y espesa cola es un gris mate, pero intensamente marcado con pigmentos cafés con borde negro. Las manchas en el lomo y cuello son alargadas y las de la porte posterior, casi redondas: la cabeza es café con dibujos negros.
El ocelote es un felino que llega a pesar hasta 12 kilogramos, y las hembras son ligeramente más pequeñas que los machos. En México, su distribución abarca los planos costeros tropicales y serranías a ambos lados del país, desde Sonora y Tamaulipas hasta el itsmo de Tehuantepec, Chiapas y la Península de Yucatán. Algunos ejempleras extraviados han sido reportados en Coahuila y diversos lugares del sur de Estados Unidos.
Los ocelotes se encuentran ampliamente distribuidos en zonas tropicales, desde el bosque lluvioso hasta bosques tropicales caducifolios. Por lo general, no se les halla en zonas áridas tropicales.
En México hay dos felinos manchados de tamaño mediano: el ocelote y el tigrillo: ambos se encuentran en el trópico y la mayoría de los cazadores mexicanos no pueden distinguirlos por lo que llaman tigrillos a los dos. Sin embargo, el tigrillo casi siempre resulta ser un ocelote, ya que este es más común que el otro.
El ocelote es uno de los felinos más hermosos que existen, por lo que su piel siempre ha sido valioso artículo, a pesar de la prohibición de comerciar con productos de animales silvestres. En las diversas regiones en que es posible hallarlos hasta ahora, los cazadores de jaguar matan con sus jaurías a muchos ocelotes en su intento por atrapar a los grandes felinos.
Los ocelotes son animales nocturnos que pasan la mayor parte del día descansando quietamente en la rama de un árbol alto, de donde bajan por la noche para cazar. Aunque son solitarios, es posible hallarlos con regular frecuencia en parejas de hembra y macho. Cazan en el suelo o sobre los árboles y su dieta incluye gran variedad de mamíferos pequeños y medianos. Además de conejos, también comen aves, iguanas, ranas, peces, cangrejos y pequeñas tortugas.
Se aparean en otoño y los cachorros nacen en invierno, aunque algunos biólogos que han realizado estudios en Yucatán informan que el apareamiento se realiza desde octubre y las crían nacen enero. Sin embargo, aún no se tienen datos específicos sobre el período de gestación.
También se sabe que regularmente son dos las camadas de cachorros, aunque también pueden nacer dos o tres crías. Por lo general, hacen su nido en una cueva o un árbol hueco, y cuando se capturan desde pequeños y se crían en cautiverio se vuelven dóciles, lo que no se logra con otros felinos.
Algunas personas que pasan mucho tiempo en las regiones donde es común encontrar al ocelote narran diversas anécdoas, como una que afirma que este felino puede devorarse a un venado temazate, monos, agutis, pavos de monte y otras especies animales, y que los ocelotes visitan las riberas de los ríos y aguadas para cazar.
Uno de los mayores problemas que afronta este animal es su inclinación a matar animales domésticos, en su afán de conseguir alimento, lo que ha motivado que los rancheros, campesinos y demás hombres del campo se conviertan en sus principales enemigos. Se sabe que el ocelote encuentra entre sus presas favoritas a los pollos, puercos, cabritos y ovejas, con el consiguiente perjuicio económico para el propetario.
Sin embargo, el hecho de que un ocelote se atreva a atacar a los animales domésticos deriva -como en el caso del jaguar- de la restricción que el hombre ha hecho de su medio ambiente, al talar bosques para la agricultura y la ganadería, y acabar con las diversas especies que le sirven de alimentos.
Además de utilizar las pieles de estos animales para comercial ilegalmente, muchos cazadores comen su carne; aseguran que no sólo es muy buena sino que también da vigor, salud y fuerza a la persona que la ingiere. Incluso, en sus anécdotas narran que los hombres beben la sangre aún caliente acumulada en el torax. Esta creencia sobre las propiedades medicinales y sobrenaturales de la carne y de la sangre de los felinos se encuentra generalizada en todo México.
Entre las diversas variedades de felinos mexicanos, destaca el ocelote (felis pardalis), cuya existencia ha sido registrada en códices, estelas y otras representaciones mayas, y que, incluso, sirve para nombrar un mes del calendario mexica.
Sin embargo, a pesar de que su existencia en tierras mexicanas es tan antigua como la del hombre, ahora se encuentra entre las especies de mamíferos en peligro de extinción, debido, sobre todo, a la cacería indiscriminada que el ser humano ha emprendido contra este felino, principalmente por interés comercial.
Pronatura Península de Yucatán A.C informa que el Ocelote, también conocido como tigrillo, xacxicín, leopardus pardalis y ocelot, es un felino manchado, de tamaño mediano, cabeza pequeña y cola relativamente corta. El color base de su cuerpo, piernas y espesa cola es un gris mate, pero intensamente marcado con pigmentos cafés con borde negro. Las manchas en el lomo y cuello son alargadas y las de la porte posterior, casi redondas: la cabeza es café con dibujos negros.
El ocelote es un felino que llega a pesar hasta 12 kilogramos, y las hembras son ligeramente más pequeñas que los machos. En México, su distribución abarca los planos costeros tropicales y serranías a ambos lados del país, desde Sonora y Tamaulipas hasta el itsmo de Tehuantepec, Chiapas y la Península de Yucatán. Algunos ejempleras extraviados han sido reportados en Coahuila y diversos lugares del sur de Estados Unidos.
Los ocelotes se encuentran ampliamente distribuidos en zonas tropicales, desde el bosque lluvioso hasta bosques tropicales caducifolios. Por lo general, no se les halla en zonas áridas tropicales.
En México hay dos felinos manchados de tamaño mediano: el ocelote y el tigrillo: ambos se encuentran en el trópico y la mayoría de los cazadores mexicanos no pueden distinguirlos por lo que llaman tigrillos a los dos. Sin embargo, el tigrillo casi siempre resulta ser un ocelote, ya que este es más común que el otro.
El ocelote es uno de los felinos más hermosos que existen, por lo que su piel siempre ha sido valioso artículo, a pesar de la prohibición de comerciar con productos de animales silvestres. En las diversas regiones en que es posible hallarlos hasta ahora, los cazadores de jaguar matan con sus jaurías a muchos ocelotes en su intento por atrapar a los grandes felinos.
Los ocelotes son animales nocturnos que pasan la mayor parte del día descansando quietamente en la rama de un árbol alto, de donde bajan por la noche para cazar. Aunque son solitarios, es posible hallarlos con regular frecuencia en parejas de hembra y macho. Cazan en el suelo o sobre los árboles y su dieta incluye gran variedad de mamíferos pequeños y medianos. Además de conejos, también comen aves, iguanas, ranas, peces, cangrejos y pequeñas tortugas.
Se aparean en otoño y los cachorros nacen en invierno, aunque algunos biólogos que han realizado estudios en Yucatán informan que el apareamiento se realiza desde octubre y las crían nacen enero. Sin embargo, aún no se tienen datos específicos sobre el período de gestación.
También se sabe que regularmente son dos las camadas de cachorros, aunque también pueden nacer dos o tres crías. Por lo general, hacen su nido en una cueva o un árbol hueco, y cuando se capturan desde pequeños y se crían en cautiverio se vuelven dóciles, lo que no se logra con otros felinos.
Algunas personas que pasan mucho tiempo en las regiones donde es común encontrar al ocelote narran diversas anécdoas, como una que afirma que este felino puede devorarse a un venado temazate, monos, agutis, pavos de monte y otras especies animales, y que los ocelotes visitan las riberas de los ríos y aguadas para cazar.
Uno de los mayores problemas que afronta este animal es su inclinación a matar animales domésticos, en su afán de conseguir alimento, lo que ha motivado que los rancheros, campesinos y demás hombres del campo se conviertan en sus principales enemigos. Se sabe que el ocelote encuentra entre sus presas favoritas a los pollos, puercos, cabritos y ovejas, con el consiguiente perjuicio económico para el propetario.
Sin embargo, el hecho de que un ocelote se atreva a atacar a los animales domésticos deriva -como en el caso del jaguar- de la restricción que el hombre ha hecho de su medio ambiente, al talar bosques para la agricultura y la ganadería, y acabar con las diversas especies que le sirven de alimentos.
Además de utilizar las pieles de estos animales para comercial ilegalmente, muchos cazadores comen su carne; aseguran que no sólo es muy buena sino que también da vigor, salud y fuerza a la persona que la ingiere. Incluso, en sus anécdotas narran que los hombres beben la sangre aún caliente acumulada en el torax. Esta creencia sobre las propiedades medicinales y sobrenaturales de la carne y de la sangre de los felinos se encuentra generalizada en todo México.
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